19 de junio de 2012

La levedad del pájaro



Lo mejor de trabajar en una librería es abrir cajas con libros. Sé que puede parecer una tontería, pero en los pocos días que llevo ejerciendo el papel de aprendiz de librera, lo mejor de cada día es abrir cajas llenas de libros. Hoy han llegado siete (¡siete!) de Lonely Planet. Siete cajas rebosantes de guías de viajes. En ese momento mi bibliofilia se encuentra con mis ganas de volar y empiezo a replantearme toda mi vida. Por qué estoy aquí. No en este mundo, sino aquí, en Sevilla, en Alcalá del Río. ¿Por qué estoy en Alcalá si lo que quiero es estar en cualquier otra parte? Ya sé que en los últimos cuatro años he vivido en Braunschweig, Ciudad de México, Praga y Londres, pero aquellos que aprendimos la levedad del pájaro, que diría Casielles, no nos conformamos con estar aquí. Y por eso me he traído a casa Sudamérica para mochileros. Y llevo toda la tarde convenciendo a M. de abortar nuestro plan de mudarnos a Madrid para coger dos mochilas con poca ropa, diez cuadernos (o más), cincuenta bolígrafos biodegradables, las cámaras, unos pocos libros y un netbook y partir. 

Quizá es un despropósito todo lo que estoy diciendo y M. debería hacerme pisar tierra. No tengo más ganas de estudiar. No quiero empezar ahora (para qué) un doctorado, otro curso, un máster, malvivir en Madrid en un cuchitril y esperar a ver si... a ver si tal o cual beca, a ver si tal concurso, a ver si... 

Quiero empezar a caminar. Sentir el dolor en los músculos, el dolor en los huesos, el peso de la carretera. Hacer muchas preguntas. Leer, leer, leer. Escribir. Estar en aquel lugar, no en este. Sin límites. La noche oscura, la noche infinita. El cielo chocándose con nosotros. 

Y me pongo a pensar en qué libros debería llevarme a este viaje. Qué libros. 



1 comentario:

Ikaria fotografía dijo...

Cada vez me sorprendes más, niña. Pero piano, piano, que para irse hay que volver antes y pisar la tierra de la que venimos, ¿no?
Tenemos que hablar :*