18 de octubre de 2009

Tiraré mi cuerpo a un lago de heridas






Me importa más el final de un poema que la vida de los hombres. Porque ningún hombre puede ver su propio fin. No idealicemos el silencio. Mi corazón de dos caras no cabe en un poema. Se busca estado de conciencia. He de escribir o morir, me digo. Sufro el terrible exilio de los eternos fugitivos. Mi problema esencial es escribir escribir y escribir. Dejaré de leer. Tiraré mi cuerpo a un lago de heridas. Dejaré que la sangre lo cubra. Que se hunda en la jaula sin pájaro. La literatura es capaz de dislocar las cotidianas ficciones que gobiernan la vida de los hombres. Seamos solo pálpito bidireccional. Dejemos el aliento. Respirar es cosa seria. No tengo con quién hablar. Y la duración me asusta. Un solo poeta, un solo libro, una sola persona. Se puede morir de distancia. Mis ojos son estertores. Tiemblo sobre la página blanca. Nadie me conoce y callo. Como el suicidia. Como las llamas. Me arrepiento de mis propias palabras que vuelven. Soy un cuerpo calcinado. Esto es un llamamiento. Nada sino golpes.


3 comentarios:

dediego dijo...

Un lago es un espejo fragmentado. El reflejo roto, como tu fotografía.

Ulises vio su fin.

Carmen G. de la Cueva dijo...

no creo en los espejos. son mentiras.

Helado de turrón dijo...

los espejos son verdades. los reflejos son mentiras.

no es lo mismo.