14 de marzo de 2009

Dos ventanas ansían abrasarse




Alguien que es capaz de estirar
sus venas mientras ama,

muere y vence

intermitentemente.


El deseo sobrevuela
la caricia húmeda y
las gaviotas.

Tras de él
el fuego se aviva
y no cesa. Quema.

Donde el poema
no es el mundo
no es la boca
ni los dientes
que muerden mi caída
arrojan la lengua
sobre la furia
hieren el impulso
borran el futuro.

Esta duda de entregarse
vigía
sin saber qué espera al otro lado


asoman
la sombra y el miedo
calle abajo
en un país sin párpados
ni faro.

Quedarse quieto
o despertar
linterna en el abismo.






5 comentarios:

Anónimo dijo...

sin saber qué espera al otro lado...aunque la entregase niegue bilateral...

Invento respuestas

Carmen G. de la Cueva dijo...

soy la muchacha ebria
invéntate licores para mí.

Anónimo dijo...

Esperas tú. Espero yo. El otro lado es el otro.

Carmen G. de la Cueva dijo...

el deseo es ciego, poeta en llamas?

Anónimo dijo...

Vivir a ciegas para verte mediante el tacto. Me gusta.