Conversación a escondidas
A Carmen Delgado, hija de la guerra
¿Qué más puedo decirte?
Benjamín Prado
Yo sé qué es verdad
pero tú has venido a decirme:
- Calla.
Esa es tu verdad.
Tus palabras surgen
del fondo de tu propio
miedo.
Su huida está bajo de tu piel,
tú sólo quieres oscuridad.
Silencio.
Volverás a recordarlo cada día,
su voz en la celda,
la imagen borrosa de un padre
cubierto de sangre
y pulgas.
Sin secretos.
Quiero oír
las verdades sin límite.
Tiemblas,
lágrimas escritas en una carta
cerrada.
Hace falta la luz.
Tú custodias la sombra.
Ahora ya no estás y es como
si tuviera un agujero en mi vida. ¿A quién voy a pedirle ahora que me cuente la
historia del bisabuelo? ¿A quién? Si la abuela solo recuerda que su padre
cuando volvió de la cárcel no la conocía porque había crecido mucho. Eras tú y
nadie más quien mantenía vivo a tu padre. Al bisabuelo Pepe. El último alcalde
republicano de Alcalá del Río. Te recuerdo hoy después de los meses que me ha
costado superar tu ausencia. Y te recuerdo al ver hablar a otra hija de la
guerra que sigue sin saber dónde yace el cuerpo de su padre. En qué cuneta, en
que agujero en la tierra donde la muerte planta sus semillas. Te recuerdo hoy y
me olvido a propósito de visitar tu tumba porque no me gustan los cementerios
que guardan mis muertos. Los extranjeros sí. Me gusta cualquier cementerio
donde no estés tú. Quisiera enseñarte Ceniza
en los labios. Debí haberlo
hecho hace mucho tiempo, cuando lo escribí, pero yo también tenía miedo, miedo
de tu miedo. Miedo de que volvieras a decirme calla. Ahora que
estás muerta yo seguiré contando la historia de tu padre. La contaré en un
libro, en los poemas, se la contaré a todo el que quiera recordar y al que no.
La contaré tal y como tú me la contaste tantas veces, para que no se pierda. La
contaré para no perder la memoria.
1 comentario:
Señora V, para eso estamos usted y yo, para hablar de nuestros muertos. No se detenga.
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