19 de agosto de 2011

La tentación del fracaso






A veces pienso que podría hacer temblar al mundo desde esta miserable covacha si, liberándome de todas las ataduras, escribiera brutalmente, como sé que puedo hacerlo. Pero me detiene el pudor, un exquisito amor por las formas y la cobardía de todos los escritores que sienten interponerse, entre ellos y la vida, una biblioteca y veinte años de lecturas. Sin embargo, llegaré quizás algún día a tal grado de compresión que estallarán mis ligamentos y saldrán disparadas las palabras como piedras.

Julio Ramón Ribeyro


3 comentarios:

Claire dijo...

Me encanta la última frase...

Nata Ruiz-Poveda dijo...

me encanta. A vece ese pudor puede ser una prisión. Sería maravilloso escribir brutalmente cuando quisiéramos.

Te sigo por aquí.

N.

Carmen G. de la Cueva dijo...

Gracias a las dos. Escribir quizás sea una salida. No hacerlo, la prisión. Aunque, personalmente, me sitúo entre ambas y vivo días eufóricos y días con ausencia de piedras.