22 de febrero de 2010

"Él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros"






Llevo toda la mañana intentando evadir la escritura de unas obscenas y provocadoras líneas de presentación para ya sabes qué. He conseguido mi propósito: que sean casi las 15 pm y no tener escrito nada. En cambio, teclear como quien atina a clavar el dardo en el centro de la herida se me da mejor. Lanzarte dardos envenenados. Dardos de lascivia emputecida. Pequeñas dosis enfermas de amor. Te he hecho todas las preguntas y sabes bien que tus respuestas son luz. Sigo con cientoiun interrogantes. El lápiz hurgándonos el intestino. El libro agonizando sobre nuestra espalda. La página, las manos, las lenguas como cicatrices. La sangre corriéndose entre los muslos. Los ojos fieles. Los siervos atentos y sumisos.


No respondas. Derramaré aceite hirviendo sobre tus hombros. Morderás mis pechos. Saciarás tu sed. Seremos nuestros.


Clavarás tu falo en el centro de mi nada.


Volaremos.


ψυχή

2 comentarios:

Claire dijo...

"Lascivia emputecida" preciosa construcción!

Carmen G. de la Cueva dijo...

Bienvenida ;)