15 de diciembre de 2009

Porque nos faltan nombres construimos silencios

Los pájaros huyen del Norte en invierno. Buscan el Sur. Como muchos, siento la necesidad de escribir. Pero últimamente -más que otras veces- nada de lo que hago me convence. Creo que estoy errando de alguna forma en mi visión, sí, mi borrosa visión. Por eso tengo que alejarme. Al contrario que los pájaros, yo seguiré habitando el Norte. Pero mantendré cerrado por tiempo indefinido este espacio. Hasta que vuelva a ser yo. Y quién sabe si dejaré de ser un personaje y me mostraré con mi verdadero nombre y todas las cenizas que lo cubren. Puede que borre a Lulú Infinita del mapa de bytes y no vuelva a existir más que como el recuerdo de una postadolescente ingenua con aspiraciones erótico-literarias. Pocos saben de mí. Y aquellos que me conocen bien desconfían de mi críptico discurso. Las ciudades me seguirán doliendo mientras las haga mías. Pero no dejaré de ser extranjera. Quizás me pese la arrogancia de los últimas semanas. Un exceso de seguridad; un exceso de inseguridad. Una búsqueda de identidad que no cesa. Y en ese empeño me encuentro. Lo mejor que puedo hacer por mí es distanciarme, que no esconderme. Volveré siendo totalmente yo con todas las consecuencias que supone la ausencia de máscaras. Me dedicaré a leer y escribir en mi cuaderno como siempre. Y callaré las teclas hasta que tenga el valor suficiente para volver. Es como una enfermedad o una guerra. Necesito tregua y reposo para dejar de sentirme extraña en mi propio cuerpo. Que mi voz vuelva sincera y clara. Seguiré mutando en soledad.

3 comentarios:

tournesols dijo...

a mí esto que leo me gusta.

*

Mari Carmen dijo...

Yo veo todavía fuego en esas cenizas. No lo apagues del todo.

Ignacio dijo...

Si te apagas tú, nos apagas a los que te leemos.
Pero no somos nosotros, sino tú, quien te has de conceder la tregua...