10 de junio de 2012

La vida, la muerte o la enfermedad





Tal era la imagen que el anciano, durante su vida y después de ella, mostraba a la mirada de sus conciudadanos sus ojos infantiles, de mirada contemplativa

La montaña mágica, THOMAS MANN


Todos me miraban como si fuese una extraña. Peor. Como si fuese una extranjera y no pudieran reconocer mis rasgos, mi rostro oculto tras mis cabellos. Ahí va la mujer de cabellos largos y vestido negro hasta los pies. He caminado por la calle con plomo en los zapatos. Con un peso excesivo que mantenía mis piernas aferradas a la tierra. Y bajando la mirada para no ver sus ojos escrutándome. Iba de la mano de Mann. Pertrechada tras La montaña mágica. Mírala, es la mujer de cabellos largos sosteniendo un libro. He sentido la pequeñez de mi cuerpo. Esta vez mis piernas temblaban frágiles ante el borde de un abismo. El libro seguía sujeto a mis manos y yo empeñada en agarrarme a La montaña... como quien se aferra a la vida cuando está a punto de caer. Así he imaginado cómo vendría mi muerte. La muerte de una joven de cabellos largos y labios sangrantes en mitad del Corpus Christi de un pueblo de provincias. Entonces la he visto a ella. Su debilidad, su cuerpo blando en la silla. Su mirada al vacío oculta tras las gafas de sol. Y me he compadecido. Sin pensarlo he soltado a Mann y con mi cámara he intentado capturar toda la soledad que esconde ese extraño rostro de cabellos blancos. Un hilo de voz advertía de su muerte antes de la muerte. 



No hay comentarios: