Kurt abrazó a Rachel durante sesenta largos, sudorosos y conmovedores minutos en que ambos conjugaron los dos verbos más antiguos que hombres y mujeres frecuentan en la intimidad: amar y temer. Después, y por este orden, fumaron cigarrillos sin filtro, se asearon con jabón de pera en una descascarrillada palangana, intercambiaron chismes con el único -e inútil- propósito de llenar un fragmento de tiempo doloroso, lloraron su separación en silencio y se prometieron cartas y fidelidad.
Ricardo Menéndez Salmón
Ricardo Menéndez Salmón
1 comentario:
Buenas,la palabra a este fragmento psra mi es SUTILEZA.
Abrazos
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