11 de noviembre de 2009

Ni poeta. Ni lunática. Ni hambrienta.

Lulú# 11.11. Praha

Yo siempre quise ser escritor. Pero me dijeron: no sueñes. Y no dejé de creer. En mi. En las gordas; las feas; las lanzadas; las borrachas; las abstemias; las sinceras. En las poetas. Y las ingenuas. Y volé. Y vi otro mundo. Hombres guapos. Párpados rotos. Labios agrietados. Huesos hambrientos. Me asustas. Ahora no tengo mucho tiempo. ¿Vives en Praga? ¿Te apetece quedar para tomar algo? Cuando dos copas de vino son suficientes para dejarte ebria / ansiosa / cachonda / guerrera / Tú. No hace falta mentir. Ni decir que el Norte es el punto cardinal idóneo para romper las fronteras. Que la posibilidad existe. Y el riesgo no vence ni gana ni sufre. Eres tú. Quien corre o se detiene. Entre la nada y la nada. Porque el todo o el extremo del alambre nunca se clava en la carne. Solo roza. Y penetra. Nunca fue suficiente para agarrarse. Para confiar. Para dar por concluidos los pasos ciegos. O mantener el equilibrio. El extremo de un alambre sangra. Escribes sin rumbo con alcohol en los dedos. El aliento huele a sexo. Eres tú. Quien busca y no juega. Y juega. Y come. Y muerde. Y sangra. Y cree. No es cualquiera quien se mira en el reflejo de una ventana cuando la luz se esconde y el cielo vence el temor de quedarse quieto. Eres tú. La que habla. La que comete delitos con la lengua. Ama. Gana la batalla a la inseguridad. Ni miente. Ni finge. Soy yo. La que se mira al espejo. 23. Noviembre. Otoño. Praga hambrienta. Praga nocturna. Praga errática. Yo, la extranjera. Vocación y frontera. La que late. Quema. Pervierte. Seduce. Y habla. No calla. Habla y habla y habla y no calla. Mi lengua no conoce las fronteras del silencio. Mi voz ni teme ni suaviza. Yo, transparente y ceniza. No hay clandestinidad ni lluvias que corroan las uñas. Soy una lengua vertiendo saliva caliente sobre la piel que es frontera entre el yo y el otro. Y no es bastante escribir de mi en tercera persona y creerme ficticia. Soy yo. Cuando mis contornos se perfilan con el filo de una navaja que en mi bolsillo encuentra el calor que mis manos le dan a mi sexo. No es otro sexo. Es mi sexo. Y mis pechos. Y mis labios. Los que lamen / muerden / besan los límites del cuerpo y de la grieta. No es el tiempo. Ni la lluvia. Ni siquiera el frío. O la soledad de ser solo una en un mundo habitado por un solo objeto. Lo repito. Soy yo. [Aunque peque de egocéntrica] Quien advierte y adivina el deseo. Y la muerte. Soy yo la que cae con mis puntos y mis nexos y mi Vértigo. Me aproximo al barranco y abro los ojos para ver el precipicio y acariciar con la punta de los dedos el dolor. Y el abismo. El placer se esconde tras el riesgo. No es cualquiera. No es ni puta. Ni poeta. Ni lunática. Soy yo y seguiré sumando. El temblor, la herida, la grieta. Sin prejuicios ni etiquetas. Yo y mis idas. Mis deseos; mis viajes; mis dedos. Y el desierto donde creceré. La imagen sobra. Ni hombros. Ni pezones. Ni miradas. Es mi palabra la que erecciona tu ojo. Mi palabra y mi pulso enfrentándonos a la ventana en blanco.

4 comentarios:

Tú, excelente poeta y mejor persona... dijo...

A veces hay que tener mucho valor para enfrentarse a una de las punzadas que da tu herida... Tener mucho valor o arañar la experiencia.

Carmen G. de la Cueva dijo...

Arañar, gritar y ser valiente, sí, tú lo sabes. La búsqueda, es cuestión de ser Ulises.

[necesito una charlita ya]

R.S dijo...

cuanta necesidad sin saciar... hagamos un trato... tú sigues sufriendo y yo de vez en cuando te absorvo del lirismo y sus tremendeces! me places bella Lulú

Carmen G. de la Cueva dijo...

sabe, Rafael, que a usted no puedo negarle nada... pero venga ya, pásese a verme por P.
ay!