Pienso en los cuerpos con olor a hierba. Los cuerpos con olor a sangre. Y en los hombres heridos, esos que confían en desconocidas para emocionarse. Tendrán hambre esta noche. Darán su cuello por un café. Y una lengua húmeda con sabor a tierra. Dudo de todo. El sexo es una obsesión que no me pertenece. He decidido morir de sed. No beber saliva ni agua. No probar la lluvia. -H-a-m-b-r-e- el indicio de los límites. Supongo que sólo tengo el valor de existir ahora. Donde las mujeres me leen y los hombres me miran a los ojos. Puede que sea la necesidad de volver a la cama. La inutilidad del verano, la proximidad del vértigo. Nadie me conoce. Los hombres heridos y sus breves conversaciones únicamente dejan tiempo para el instinto. ¿Y la voz? La frontera se encuentra entre el desnudo y la muerte. Lo que se oculta. Se desea. Se calla. Una radiografía del miedo y los complejos encima de la acera. Entre paso y paso. Entre roce de manos y duda. Aprieto los labios. Dejo caer el apetito. Tiemblo.
3 comentarios:
yo también tiemblo de coincidencia y de todas estas letras y de poder saludarte y bonjour bonjour petite oiseau.
un beso, l*
las coincidencias son como una luz inesperada... encantada de tenerte por aquí...
Temblar como una grieta de hielo.
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