11 de octubre de 2013

Cualquier mujer que escribe es una superviviente







ANNE SEXTON: 1928-1974

Anne Sexton fue una poeta y una suicida. Ella no era en un sentido consciente o por definición propia una feminista, pero se adelantó en algunas cosas al renacimiento del movimiento feminista. Escribió poemas aludiendo al aborto, a la masturbación, a la menopausia y al doloroso amor que una mujer carente de poder sentía por sus hijas, mucho antes de que estos temas fueran convalidados por la conciencia colectiva de las mujeres, y los escribió y publicó bajo la supervisión de las instituciones literarias machistas. En 1966 colaboré para organizar una lectura de poemas en Harvard contra la guerra de Vietnam, y le pedí que participara. Acudieron algunos famosos poetas y novelistas machos que leyeron sus diatribas contra MacNamara, sus poemas de napalm y su poesía del ego. Anne leyó -en una voz muy suave y vulnerable- "Little Girl", "My Stringbean", "My Lovely Woman" [Pequeñita, Mi habichuela, Mi mujer encantadora] -introduciendo con este último la imagen de la afirmación de una madre a su hija, en contraposición a las imágenes de muerte y violencia lanzadas aquella noche por hombres que jamás habían visto un pueblo bombardeado. Este poema está fechado en 1964, y es un poema feminista. A menudo su pensamiento era patriarcal pero, en su sangre y en sus huesos, Anne Sexton sabía de su condición de mujer.

   Muchas mujeres escritoras, al saber de su muerte, hemos tratado de reconciliar nuestros sentimientos respecto a ella, su poesía, su suicidio a los cuarenta y cinco años, con las vidas que tratamos de vivir. Hemos tenido demasiadas mujeres poetas suicidas, demasiadas mujeres suicidas, demasiadas autodestrucciones como la única forma de violencia que se les permite a las mujeres.
 
   Quisiera enumerar, en memoria y honor de Anne, algunos de los modos con los cuales nos autodestruimos. Uno de ellos es la forma en que nos menospreciamos cuando creemos la mentira de que somos incapaces de crear obras importantes. No damos la importancia debida a nuestro trabajo o a nosotras mismas, siempre nos parecen más importantes las necesidades de los demás que las propias. Nos conformamos con producir trabajos artísticos o intelectuales en los cuales imitamos  a los hombres, mintiéndonos a nosotras mismas y a los demás; en estos trabajos nos esforzamos por llegar al techo de todas nuestras posibilidades, no conseguimos prestar a nuestro trabajo la misma atención y el mismo esfuerzo que pondríamos al cuidado de un hijo o un amante. Hostilidad horizontal -desprecio por las mujeres- es otro modo más de autodestrucción: el miedo y la desconfianza hacia otras mujeres, porque las otras mujeres son como nosotras. La convicción de que "las mujeres de verdad nunca harán nada", que la supervivencia y la autodeterminación de las mujeres son secundarias a la revolución "real" que hacen los hombres, que "nuestras peores enemigas son las mujeres". Nos convertimos en nuestras peores enemigas cuando permitimos que el espíritu de odio y desdén que nos han inculcado se vuelva en proyecciones superficiales sobre cada una de nosotras. Otra clase de destrucción es la compasión fuera de lugar. Una mujer a quien conozco fue recientemente violada; su primera reacción fue sentir pena por su violador que la había amenazado con una navaja. Cuando empecemos a tener compasión por nosotras mismas en vez de por nuestros violadores, empezaremos a volvernos inmunes al suicidio. Un cuarto camino son las adicciones. Adicción al "Amor" (en la carrera de una mujer el amor se traduce en la idea de abnegación), amor a través del sacrificio como forma redentora; adicción al sexo como la afición de un drogado, lo que es una manera de obnubilarse o inmolarse. Adicción a los estados depresivos -la forma más corriente de sobrellevar la existencia femenina. Como las depresivas no pueden considerarse responsables, los doctores nos prescribirán píldoras, y el alcohol nos ofrecerá su cobijo de oscuridad. Adicción a la aprobación masculina; mientras puedas encontrar a un hombre que te apruebe, sexual o intelectualmente, de alguna manera tienes que estar bien, tu existencia está justificada, cualquiera que sea el precio que pagues. 

  Trivialización del propio valor, desprecio por las mujeres, compasión fuera de lugar, adicción: si nos pudiéramos purificar de este cuádruple veneno, tendríamos cuerpos y mentes más aptos para sobrevivir y reconstruir.

   Pienso en Anne Sexton como en una hermana cuyos trabajos nos dicen contra qué tenemos que luchar dentro de nosotras mismas y frente a las imágenes que nos ha impuesto el patriarcado. Su poesía es una guía hacia las ruinas, de ella aprendemos lo que las mujeres hemos vivido y lo que rehusamos a vivir por más tiempo. Su muerte es un arresto, por un momento estamos detenidas, cogidas por el puño de un policía que nos dice que somos culpables de ser hembras y desposeídas. Pero, gracias a su trabajo, Anne Sexton está todavía presente entre nosotras y, como Tille Olsen ha dicho: "cualquier mujer que escribe es una superviviente". 

Adrienne Rich, 1974

1 comentario:

Alessandra Cantero dijo...

muy bueno! algunas veces solemos creer que hay que abordar temas del feminismo para ser una feminista, pero la mujer que vive con libertad y consciencia su condición de mujer frente a una sociedad que siquiera le permitía valorarse es una feminista, sin lo privilegio de tener la "aparente" comprensión de la sociedad que tenemos hoy. me encantó el artigo, gracias!